lunes, 26 de agosto de 2013

Sé tú por mi.

Y repetir. Repetir noches, días, tardes y siestas. Sobre todo eso. Siestas. Lo que me gustaba antes era saber que nadie lo entendía. Ahora soy yo la que no lo entiende, y perdóname, debo tener las ideas fuera de moda.


De un momento a otro lo vuelvo a entender. Un momento que dura el tiempo y el espacio que recorro para doblar la esquina y ver que estás. Bueno, ya no tengo claro si de verdad estás o son solo sueños. Últimamente sueño cosas tan reales que me superan los límites del sueño y la realidad. Tengo tantas ganas de que todo pase y me dé cuenta que es sólo un sueño. Una pesadilla. Tengo tantas ganas de ti, como tú de mi. Se respira en el ambiente cierta tensión, ya no sé si sexual. Nunca hemos sabido frenar antes de que fuera tarde y ahora no iba a ser menos, ahora es peor. Y si de algo estoy segura, por mucho que pienses lo contrario es que la distancia no divide las ganas, las multiplica. 

 

Eso hacemos, multiplicar(nos). Las circunstancias de esto no podían ser mejores, ni una pizca de aire entre tú y yo. Y de nuevo se vuelve a afirmar que las ganas estaban multiplicadas, y no solo por dos; y si no, que hablen las paredes, la mesa o la misma cama. Una suite de lujo, un bonito precipicio para caer un día tras otro. Para caer un día más, pensando si ese será el último. Al menos me consuela recordarlo viéndote dormir.


Y de vuelta sale una vocecilla de la radio que nos dice: 'Depués de terminar una relación todo se ve oscuro, pero después siempre llega algo mejor'. Y ¡joder! Parece que lo hacen a propósito. Todo encaja, y eso a nosotros no nos parece algo normal. Tenemos la espectacular suerte de que los planes salgan peor de lo contrario a lo que esperábamos, y oye, hasta yo me había acostumbrado a eso ya. Me acostumbro tarde, y ya sé que soy la chica perfecta en el momento equivocado y que no sé cómo lo hago para llegar tarde o demasiado pronto. Parece mentira, sabes que me encanta ser el jodido centro, pero de ti.


No entiendo. Lo siento. 'Te juro que no puedo más', sale de mi boca. Pero me da igual, sólo me dura un segundo.


Las estrellas fugaces se cumplen, eso lo sé desde hace unos cuantos días. Está claro. Esta(ba) claro. Hasta que volvió a pasar. Miedo. Excesos. Y ganas de correr. Muchas ganas de correr(se), y no hablo solo de mover las piernas rápido, como si alguien estuviera persiguiéndote.



Las estrellas fugaces están para pequeñas soñadoras imbéciles como una servidora. Y son eso, fugaces. Menos mal que siempre guardo un as en la manga.






lunes, 5 de agosto de 2013

Welcome eighteen.

Tan solo llevo unas horas siendo 'mayor de edad'. ¡Qué irónico! Yo, mayor de edad. A veces pienso que el tiempo pasa demasiado rápido. No me da tiempo a disfrutarlo. Pero solo a veces. El sábado, disfruté de mis últimos y primeros minutos como una enana. Una enana mayor. Lo mejor ha sido que todo esto no dependiera de mi. Que tengo suerte, aunque a veces se esconda la muy condenada. Tengo suerte de rodearme de lo peor de cada lugar, y no sabéis cómo me gusta forma parte de eso a lo que llamo 'lo peor'. Comerte una noche cualquiera no es lo mismo cuando lo haces acompañada; cuando lo haces con ellos. No tengo más palabras que un GRACIAS enorme, como vosotros. Creo, y solo creo, que esto no se puede superar. Tengo todo lo que quiero; bueno, relativamente.


Los diecisiete tienen pocos momentos verdaderamente importantes. Han sido jodidos, ¿para qué nos vamos a engañar? De estos espero lo mejor, y si no es posible, al menos lo menos malo posible. Y también te espero a ti.

Dos opciones.

'Que las pequeñas cosas no te engañen, son pequeñas pero no sencillas. Tienen trampa. Y es que esas pequeñas cosas no sirven de nada si no las compartes con alguien a quien quieres. Porque solo cuando las compartes, las pequeñas cosas pasan a convertirse en auténticas joyas. 

 

Las joyas de verdad no están en los museos ni en las cajas fuertes. Las joyas de verdad no brillan ni deslumbran. Las auténticas joyas no son las que te hacen más rico, son las que te hacen sonreír. 

 

Yo no me considero un tipo codicioso, no necesito muchas joyas. Me conformo con volver a sentirme vivo . Quiero volver a sentir que alguien se preocupa por mi. Quiero volver a sentir que hay alguien de quién me quiero preocupar. La felicidad es un arma de doble filo. No hay nada mejor cuando la tienes, pero si la pierdes, te quedas hecho polvo. Porque al final del día te das cuenta de que lo importante, seas un capullo o un iluminado, es que tienes dos opciones y hay que elegir. Puedes elegir la opción fácil: dejarte caer y hundirte; o puedes elegir la opción difícil: seguir buscando. Y entonces si tienes un poco de suerte, una de esas joyas pasará por delante para darte el valor necesario y volver a la superficie.'


                                                                                    Frágiles.