martes, 11 de noviembre de 2014

Esto ya es cuestión de dos. U(no).

Han pasado tantos días que no sé dónde estoy. Dime. ¿Dónde coño estoy?

Hoy es mucho más difícil. No sé. Todo. Nada. Si pudieras al menos.

Si pudiera al menos saber por qué. ¿Por qué tú no sabes el por qué? Todo no puedo saberlo yo. Todo no puede estar en mi cabeza mientras la tuya se dedica a idear el piropo más bonito para que alguna cualquiera acabe en tu cama. 

O tal vez una cualquiera era yo. Quién sabe. A estas alturas de la película. O del drama. Todo esto va mucho más allá de sentirse únicamente única.

Tener tu respiración en mi cuello, no era único.
Follar en la cocina, no era único.
Tener para desayunar trescientos cincuenta y tres besos, no era único.
Cocinar para mi mi plato favorito, no era único.
Tener las manos frías para calentarte a ti, no era único.
Besarte cuando llegabas de clase, no era único.
Coleccionar fotos mías para echarme de más, no era único.
Ser la única, no era único.

Pero espera, ¿qué hago pidiéndote cuentas cuando ni siquiera sabes que existo? Bueno, no esperes. Nunca lo has hecho. Se te da mal.

Igual que querer. Igual que quererme. Igual que quererme cuando más lo necesito. Ahora. Supongo. Aunque suponer ahora es como creer en Dios. Mucha palabra. ¿Para qué? Para nada. 

Y esa nada me pertenece a mi. Despertarte siendo menos que eso, y aún así seguir. Sin saber dónde, ni por qué. No encuentro quien me dé respuestas. De las de verdad, las que duelen. Has desaparecido. Y lo que quedaba de mi, contigo. De mi con-ti-go.

Gracias por hacerlo. Supongo. ¿Qué cojones hago dándote las gracias por algo? Muchas 'de nadas' por todos mis todos.



viernes, 20 de junio de 2014

Sueños a dos latidos.

Cómo dormir sabiendo que
al girar la cabeza
no vas a estar tú.

Cómo hablar sabiendo que
las respuestas serán 
las que nunca querrás escuchar.


La tonta Alicia había seguido al conejo
hasta caer en su madriguera.
Un conejo con piel de zorro y,
un agujero sin retorno.

¿Puede un zorro enamorarse de su presa?


- Como desees.

Aquella frase me remitió a un cuento que había visto de niña y que me encantaba: 'La princesa prometida'. Era lo que pronunciaba el joven sirviente cada vez que su dueña le ordenaba algo. Me gustaba el momento en que la protagonista descubría que aquellas dos palabras significaban en realidad 'te quiero'.

domingo, 25 de mayo de 2014

Estados de domingo.

Una vez más te escribo, te leo, te miro, te siento, te huelo y te escucho. Tengo superpoderes por hacer esto a casi doscientos kilómetros de distancia, y también estoy enferma por hacerlo.

Una ilusión más te escribo y, a pesar de faltar casi un mes, ya te puedo leer, mirar, sentir, oler y escuchar. Aquí también tengo superpoderes. Lo hago a milímetros de distancia y cualquier enfermedad es sonrisas si estás tú detrás de ellas.


Velas, solos, espagueti, patatas, nata, ganas, sonrisas, cabeceros y encimeras, Pereza, sábanas, más ganas, y tú. Y otra vez el mismo bucle del que no salgo, porque tú ya estás fuera. No espero esto, porque tampoco te vas a molestar en una causa perdida; pero desespero en encontrarte con los ojos la mitad de brillantes que los míos. 


Dime si vas, o voy. Pero dime una de esas dos.

miércoles, 23 de abril de 2014

Insert Coin

Ya no vamos a cruzar las tres calles que nos llevaban al cielo. Ni a subir las seis escaleras en las que te veía cambiarte. A día de hoy aún no entiendo por qué lo seguías haciendo. No vamos a ver tu 13 o mi 26. Sonará ese 2ºB, pero ya no seré yo. Aunque eso creo que para ti es lo de menos, mientras suene. En los cuatro tramos de escaleras ya no gastaremos los diez minutos nuestros reglamentarios, mientras que con normalidad se tardaba un minuto en subir. Ni las noches locas acabarán bien, de hecho, hace tiempo que ni acaban. No se volverán a encender las velas, ni las películas se quedarán con las ganas. Ya no me perderás pendientes, ya no te morderé el moflete, ya no existirá Pablito. No habrá tardes en el colchón, ni noches en cualquier calle. No existirán sorpresas, no se parará el tiempo para nosotros. Ya no existirá un nosotros. Las canciones dejarán de tener sentido, las promesas volverán a serlo porque ya no estarás. Se cumplirá lo que quiero, porque solo dependerá de mi. Ya volveré yo sola por las otras cuatro calles, no te querrás quedar un rato más. No te quieres quedar. No esperarás diez minutos en la puerta sumados a los diez anteriores a nuestra hora de quedar, porque antes esperabas. Ya ha habido primera, segunda, tercera y si me apuras cuarta parte, pero sin problema, han servido todas para lo mismo. Yo paraba. Tú seguías. Pero tampoco habrá lágrimas en tu colchón, ni sonrisas fuera de él. Monotonía. No hay ilusiones, porque las has matado una a una. Empezaste como ninguno, acabaste como todos. Nadie, excepto tú, lo has sabido todo. Éramos las putas más grandes en la cama y los perros más fieles en la calle. Pero el perro tiene más cualidades que la de ser fiel, no sé por qué las descubriste tú solo. No habrá buenos días ni me harás las noches buenas. Ya no te tienes que esforzar, lo has ganado todo, yo me doy por vencida.

miércoles, 2 de abril de 2014

Perdiendo el tiempo a la vez que acabamos perdiéndo(nos).

'La primera vez que me metí en esta cama no pensé en que al día siguiente me levantaría a las 7, ni en qué aula serían las clases ni en el puto horario que no había mirado, ni en los malditos profesores, ni en que tendría que pararme a saludar a mucha gente que me aburre, ni en las miradas de las zorras que me odian, porque un chico hace mucho tiempo me prefirió a mí, y por las que cambié de ciudad, ni en las notas de los exámenes de septiembre que estaban a punto de salir. No. Sólo pensé que en semanas, como mucho un mes, él estaría aquí, y en el libro que le escribiría viéndole dormir, y en los desayunos, en el café que se quemaría, en todas esas películas que pondría mientras yo le eclipsaba la pantalla y en los paseos para justificar con fotos que se pudieran subir a algún sitio, su visita. Pero no. Ya me queda poco en esta cama. Y ya no pienso en nadie.' Felina_ana

La primera vez que me metía en esta cama pensé que sería la última noche que dormiría sola y que pasaría frío, que combatiríamos el frío de Burgos sin mantas; que me ibas a esperar a la puerta cuando saliera de clase, y que las 7 de la mañana no fueran las 7 si me despertaba contigo; que los profesores me importarían lo mismo que lo que pasara fuera de nuestra cama, que no tendríamos tiempo de saludar a nadie, ni tan si quiera de salir a la calle porque nos quedan muchas deudas pendientes en la cama; que las zorras que me odian, lo hagan más solo con cruzarse con uno de nuestros besos. Sí. Que tendríamos la oportunidad, la segunda, tercera, o cuarta, ya ni sé por donde vamos, de intentarlo de nuevo; de ponerle ganas y comérnoslas cada noche y en cada desayuno. Que entrar a la cocina sería declararnos la guerra, el sofá nuestra tregua y la cama la victoria; empezaríamos mil y una películas, como hasta ahora hemos hecho, para terminarlas nosotros; y sacarnos millones de fotos solo para que, cuando decidas abandonar como un cobarde, al menos yo, recuerde que en algún momento hemos sido felices. Que en algún momento, he sido feliz. Pero ahora solo quiero irme de aquí y no recordar que alguna vez me dormí esperando despertarme con un mordisco de 'buenos días'.

domingo, 9 de febrero de 2014

Aún recuerdo esa canción, de los dos. Éramos dos, era un volcán.

¿Alguien capaz de salvarme? ¿Capaz de sacarme de toda la mierda en la que me he metido? ¿De verdad? No. Nadie. ¿Acaso es fácil decir que estás bien? ¿Es fácil sonreír a estas alturas? ¿De verdad? No. Nunca.

Cuando te dan a elegir entre final o feliz, te planteas todo. Sólo una opción. Sólo una. Una. Demasiado poco para ti, ¿no? Me acojona reconocer cosas como esta. Pero reconozco, afirmo y desmiento. No soy capaz. No lo soy. No. Y tú mejor que nadie deberías saberlo. Qué cerca estuve de llevarlo bien.  Hace rato que no sé lo que es avanzar. Hace tiempo que estoy sola. Hace una eternidad que busco a alguien lo suficientemente inteligente que sepa regalarme una sonrisa sin esperar nada más. Una persona que sepa encontrarme a mí. Hace meses que te busco a ti. Pero no encuentro nada, como me pasa con todo. Soy un peso, en lugar de un regalo, y además, vengo con paquete, la mala suerte enganchada en cada milímetro de mi piel. ¿Quién quiere alguien así? ¿Quién quiere algo así?

Decidir si seguir o parar, cuando sólo depende de ti la respuesta no es malo. No sería malo si apostaras por ti. Por mí. Cuando la cuesta es una recta llena de monotonía, malas contestaciones y sueños sin cumplir, llega a ser peor que el propio Everest. Y créeme que he pensado en abandonar más de una vez, a ti te da igual y a mí no me importa. Perdóname. Si hubiera alguien cerca dispuesto a. Pero pierdo todo. Pierdo siempre. No todos podemos tener algo que cuidar. Algunos lo pierden por el frío. Otros por serlo.

Es más fácil acabar con todo cuando no eres nada. Cuando no eres nadie. 

Y escribir sigue siendo la forma más sencilla de huir, aunque no la única.