¡Qué bonito e irónico a la vez es estar bien uno de cada cinco días! Convencida de aceptar que todo el mundo merece una segunda oportunidad, la doy. Doy todo. Probablemente dentro de ese 'todo el mundo' no esté yo. Probablemente sea así.
Escribirte día sí y día también demuestra muchas cosas. Entre ellas que llevo cerca de dos años haciéndolo. ¿Y qué cojones importa el tiempo si no tienes con quien compartirlo? Y no es que no quiera, es que no puedo. Yo comparto, a pesar de no recibir lo mismo. El tiempo y el espacio son como hermanos gemelos. Y dicen que vas echando de más lo que un día has echado de menos. Y digo dicen. Porque no he echado de más nunca. No te he echado de más. Vivo echando de menos. 'Vivo' como se puede vivir haciendo eso.
Yo tenía entendido que después de cometer un error, se intenta arreglar aquello que ha fallado. Ya veo que sigo viviendo en otro siglo. Ya da igual si falla algo, si se jode esto o si pierdes lo otro. Aún queda gente que necesita perder cosas para saber lo que tenía. Perder más cosas de las que ya están perdidas. Es fácil ser así cuando sabes que siempre va a estar quien quieres ahí.
Al final no voy a saber si es bueno o malo estar lejos. Si de verdad debo esperar algo. Si todo el mundo merece esa oportunidad de la que tantos hablan. Si es más fácil seguir adelante con este plan detrás. Si me tengo que creer todo lo que dicen. Si ya no se tiene que cumplir lo que prometes. Si viajar en tren tantas horas no me va a hacer perder los papeles y la cabeza cualquier día. Si dar vueltas a las cosas es bueno sabiendo que acabarás pensando en la misma solución. Si esperar no me va a hacer desesperar. Si yo me merezco pensar en ti de verdad. O simplemente, si yo merezco algo.