Suficiente tiempo ha pasado ya. ¿Es necesario escribir en un día como hoy?
Llevo tiempo intentando pensar como comenzar con todo esto. Sé cómo y por qué empezó, pero todavía no me queda claro el cuándo. Y créeme que me muero por saberlo.
Setecientos días ¡vaya, qué número más pequeño cuando se habla de tiempo! Y más aún cuando ese tiempo está poco invertido en mi. ¿Sabes lo primero que se me viene a la cabeza? Hoy. Dos años atrás. Es increíble como funciona la mente humana seleccionando lo que quiere recordar y lo que no, y es que ahora mismo estaría dispuesta a describirte todo el tiempo compartido. En mi diario. Que ya no nuestro.
Todo lo que pensamos que no llegará más allá de una noche, cuatro besos y dos sonrisas, llega más allá. Y tan allá. Mentiría si dijera que hay mucha diferencia entre el primero y el último, pero es que mi objetivo sigue siendo el mismo.Yo sólo quiero verte reír. Menuda estúpida. Las fuerzas no están niveladas. Es fácil sobrevivir cuando sabes que nadie te deja caer, pero aún es más fácil sabiendo que cuando estés en el fondo alguien bajará, y no a por ti, si no a quedarse contigo. Y que, cuando encontréis los cojones suficientes subiréis a la superficie. Pero para entonces yo no estaré. Yo no quiero estar.
Subir. Bajar. Subir. Bajar. Subir. ¿Y ahora? ¿Toca bajar de nuevo? Si me permites, deberíamos seguir subiendo porque en una de estas nos salimos del mapa. Y yo sería más feliz. Y el mundo sería menos triste. Y tú.
Y es que echar de menos es solo una virtud que nos queda a unas cuantas personas. Hablo de echar de menos de verdad. Cuando esto se extinga, nos llevaremos las manos a la cabeza. Nos preguntaremos el por qué. Y es ahí, entonces, cuando te enseñaré todo lo que has perdido en el camino. Si es que aún te interesa.
Pero mientras todo esto ocurra, y el fin del mundo se aproxime, procuraré que nos pille bailando, follando, riendo o cantando. Cualquier cosa que te haga reír, y que yo esté para verlo.
Yo ya no sé que contarte que no te haya contado ya. Ya no sé que besarte, que no te haya besado ya. Olvidarnos del tiempo perdido. Despertarme y ver que aún estás. Y entre todos los deseos que me quedan por cumplir, está el de verte dormir mientras suena esa canción. ¿Cómo era? 'Tantas risas esparcidas por ahí. Sales en todas al principio y en el fin.' Verte dormir, oírte respirar, sentirte a mi lado. Como esa primera vez. ¡Qué lejos suena y qué bonito!
Y dicen que una persona es importante si en su paso por tu vida te ha dado tiempo a ponerle un grupo, una banda sonora. Tenemos grupo, y la banda sonora corre a cargo de de las cosquillas que nos quedan por reír. ¿Te das cuenta? Ya no suenas triste.
Sé que no escribo para nadie. No escribo para ti. Sigues sin enterarte de lo que pasa a tu alrededor. De que paso. Y ojalá alguien te lo enseñe. De verdad. Pero sé también que necesito escribirle a alguien toda la felicidad que siento al seguir a tu lado. Y no por nada especial, como lo era antes. Es que sigues consiguiendo todo lo que te propones conmigo, y sin mi. Soy suficientemente lista y me conozco tan poco, que si alguien consigue la mitad que tú, será en otra vida y cuando me reencarne en gata. Y tú, en gato.
¿Algo mejor que tú para celebrarlo?
Porque aunque no quieras escucharlo, sigue picando recordarte.