Llegué
a engancharme a tu piel. De una manera rápida y un tanto extraña. Sin darme
cuenta de que lo hacía. Es fácil cuando alguien te regala su tiempo y comparte
sus momentos contigo. Y, ¿quién no se ha enamorado alguna vez? Al fin y al cabo
todo el mundo necesita un apoyo incondicional al lado, ¿no? Y ese apoyo no
podía ser otro que el tuyo. Tú, ojos brillantes, sonrisa de loco, y mi perfecto
romántico. La gente piensa que ser romántico es cenar con velas, caminar bajo
la luna o probablemente recitar una poesía. Pero no. Contigo, me he dado cuenta
de lo que realmente es ser romántico. Es ser esa persona que te empuja a hacer
lo que jamás creíste, la que borra de tu cabeza tus ‘yo nunca’ y tus ‘yo que
va’, la persona que te hace sentir la princesa del cuento sin necesidad de
coronas. En realidad, nunca había llegado a entender lo que significaba ‘todo’.
Una simple palabra. Pero con demasiados sentimientos dentro de ella. Ahora lo
entiendo. Sin ti, soy esa chica a la que se la han roto las bombillas de las
luces que alumbraban su camino, nuestro camino. Te echo de menos.
Atentamente: el trece de tu viernes.
Atentamente: el trece de tu viernes.