domingo, 10 de febrero de 2013

Querido viernes.


Llegué a engancharme a tu piel. De una manera rápida y un tanto extraña. Sin darme cuenta de que lo hacía. Es fácil cuando alguien te regala su tiempo y comparte sus momentos contigo. Y, ¿quién no se ha enamorado alguna vez? Al fin y al cabo todo el mundo necesita un apoyo incondicional al lado, ¿no? Y ese apoyo no podía ser otro que el tuyo. Tú, ojos brillantes, sonrisa de loco, y mi perfecto romántico. La gente piensa que ser romántico es cenar con velas, caminar bajo la luna o probablemente recitar una poesía. Pero no. Contigo, me he dado cuenta de lo que realmente es ser romántico. Es ser esa persona que te empuja a hacer lo que jamás creíste, la que borra de tu cabeza tus ‘yo nunca’ y tus ‘yo que va’, la persona que te hace sentir la princesa del cuento sin necesidad de coronas. En realidad, nunca había llegado a entender lo que significaba ‘todo’. Una simple palabra. Pero con demasiados sentimientos dentro de ella. Ahora lo entiendo. Sin ti, soy esa chica a la que se la han roto las bombillas de las luces que alumbraban su camino, nuestro camino. Te echo de menos.
 
Atentamente: el trece de tu viernes.

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