lunes, 18 de noviembre de 2013

Muy cerca de tus pasos, para que no te caigas.

'Nos empeñamos en buscar la felicidad sin saber que es ella la que nos tiene que encontrar a nosotros', mentira y gorda. Nadie que no la tenga al lado puede ser feliz. Sí, hablo de ti, amiga. Pocas personas pueden usar ese nombre. Yo tengo la suerte, necesidad y alivio de poder hacerlo. Amiga. 







Que tengamos el récord del mundo en querernos, dice poco de nosotras, cualquiera puede hacerlo ¿no? Somos esas que planean y planean para luego hacer todo lo contrario; las que hacen listas de películas para no ver ninguna; las que compran ropa que nunca se ponen; las que prefieren una buena siesta en lugar de un día de piscina; esas que ignoran las opiniones de la gente; las que se encargan de comprar cada mínimo detalle para salir haciendo el carnaval cualquier día a cualquier hora; las que saben que ir andando a algún lugar con una botella de la mano tiene como consecuencia acabar borrachas en mitad del camino. Las mismas que hacen lo imposible por pasar el mayor tiempo posible juntas; las que se escriben cartas contando los años y las andadas que llevamos ya; a las que las encanta que 'no haya nada' como excusa para salir de fiesta y llegar a casa después de almorzar; las deportistas que planean levantarse pronto para salir a no-correr. Ellas, que tienen que salir vestidas iguales; ellas que se apoyan en las decisiones más idiotas porque saben que luego van a estar allí para tapar esas pequeñas cicatrices; las que lloran por echarse de menos, las que lo hacen de alegría por tenerla al lado; a las que los cumpleaños solo las importan para verse sonreír mutuamente. Aquellas que hacen todo lo no-moral, y, ¿sabéis qué? Por eso mismo son felices juntas, por eso mismo esa pequeña niña me hace tan feliz a mi. 


Pequeña, pero enorme. 





La próxima copa va por ti, por nosotras, María, por los abrazos que hablan, los momentos que marcan la vida, la calma. Y no dudes nunca que yo estaré muy cerca de tus pasos para que no te caigas, muy cerca y muy callada y así me vas contando. La próxima copa la tomamos juntas, como todo, como siempre.













Que juntas es posible.

Que juntas llegará.

domingo, 17 de noviembre de 2013

A la hora de siempre, en el sitio de siempre.

¡Joder! Y qué bonito era cuando venías diez minutos antes de la hora acordada porque: 'no podías aguantar más'. Los nervios de las primeras veces o los pequeños detalles que me cambiaron tanto. Me cambiaron digo, porque a ti te estropearon. Me arrepiento, sí, de pegarte toda aquella mierda en la que estaba metida. Con lo que podrías llegar a ser. Con lo que nos podríamos haber dado.

¿Y ahora? La pregunta de siempre, a las horas de siempre. Ahora solo salen las palabras para hundirnos un poco más. Y digo más, porque suficiente ahogados estábamos ya. Que te quiera no significa que no hayas cambiado, y no,  no me preguntes el por qué, porque si lo supiera hace ya tiempo que había desaparecido de tu vida, desaparecido de la única forma que puedo: ninguna. 

Supongo que tampoco puedo pedir que te replantees todo esto, ya no te puedo pedir nada. Fallos cometemos todos, y yo más que nadie, pero no a todos se nos da bien reprocharle, si a quien se lo dices es tu debilidad. En todos los sentidos. Por mucho que me odies, no me quieras, no te guste, sea poco o diferente. Diferente. Como todo. Como siempre. ¡Qué contradicción! Ya no tengo que gastar tiempo en valorar el que tú perdías por entenderme a mi. Porque ya no lo haces. Me limito a esperar a que el día menos pensado te atrevas a verme, a quedar, a querer entenderme durante 5 minutos, aunque aquellos nervios lleven desaparecidos tanto tiempo como tú. ¡Cómo cambia el cuento cuando deja de existir el lobo para dar paso a las lobas! Y es que yo siempre he sido más de ronroneos y caricias en las espalda.

Y tú conmigo, no te engañes.








martes, 5 de noviembre de 2013

Nota de autosuicidio.

Rozando los setecientos cincuenta días sin pensar en mi. Tal vez debería empezar a hacerlo otra vez. Debería, porque cada día son menores las ganas, las fuerzas y los ánimos para seguir. Simplemente para seguir. Hace tiempo que me da  igual si seguimos hacia delante o hacia atrás. Pero que sigamos. Otra vez hablando en primera persona del plural, otra vez hablando de nosotros. Sigo sin aprender.


Masoca. Masoca. Masoca. Masoca. Así, pasando las horas y los días repitiéndome que 'mañana será otro día', repitiéndome que 'mañana todo volverá a la normalidad'. Y a estas alturas, ¿qué es la normalidad? La normalidad eras tú. Eras. Ya ni eso es normal.


Lo siento, pero no puedo más. Cualquier día, cualquier locura. No sé por qué, pero aún sigo viva.


viernes, 1 de noviembre de 2013

Un pasito para atrás, dos adelante.

A veces y a escondidas, siempre. Tengo grabado el sonido de tu risa a fuego en mi cabeza, y no sabes lo que ayuda recordarla cuando más lo necesito. No miento cuando digo que esto se acerca a tocar las estrellas. Se acerca cuando no estamos por debajo del suelo. El 'ya vendrán tiempos mejores', ha llegado. Y son inmejorables.