miércoles, 23 de abril de 2014

Insert Coin

Ya no vamos a cruzar las tres calles que nos llevaban al cielo. Ni a subir las seis escaleras en las que te veía cambiarte. A día de hoy aún no entiendo por qué lo seguías haciendo. No vamos a ver tu 13 o mi 26. Sonará ese 2ºB, pero ya no seré yo. Aunque eso creo que para ti es lo de menos, mientras suene. En los cuatro tramos de escaleras ya no gastaremos los diez minutos nuestros reglamentarios, mientras que con normalidad se tardaba un minuto en subir. Ni las noches locas acabarán bien, de hecho, hace tiempo que ni acaban. No se volverán a encender las velas, ni las películas se quedarán con las ganas. Ya no me perderás pendientes, ya no te morderé el moflete, ya no existirá Pablito. No habrá tardes en el colchón, ni noches en cualquier calle. No existirán sorpresas, no se parará el tiempo para nosotros. Ya no existirá un nosotros. Las canciones dejarán de tener sentido, las promesas volverán a serlo porque ya no estarás. Se cumplirá lo que quiero, porque solo dependerá de mi. Ya volveré yo sola por las otras cuatro calles, no te querrás quedar un rato más. No te quieres quedar. No esperarás diez minutos en la puerta sumados a los diez anteriores a nuestra hora de quedar, porque antes esperabas. Ya ha habido primera, segunda, tercera y si me apuras cuarta parte, pero sin problema, han servido todas para lo mismo. Yo paraba. Tú seguías. Pero tampoco habrá lágrimas en tu colchón, ni sonrisas fuera de él. Monotonía. No hay ilusiones, porque las has matado una a una. Empezaste como ninguno, acabaste como todos. Nadie, excepto tú, lo has sabido todo. Éramos las putas más grandes en la cama y los perros más fieles en la calle. Pero el perro tiene más cualidades que la de ser fiel, no sé por qué las descubriste tú solo. No habrá buenos días ni me harás las noches buenas. Ya no te tienes que esforzar, lo has ganado todo, yo me doy por vencida.

miércoles, 2 de abril de 2014

Perdiendo el tiempo a la vez que acabamos perdiéndo(nos).

'La primera vez que me metí en esta cama no pensé en que al día siguiente me levantaría a las 7, ni en qué aula serían las clases ni en el puto horario que no había mirado, ni en los malditos profesores, ni en que tendría que pararme a saludar a mucha gente que me aburre, ni en las miradas de las zorras que me odian, porque un chico hace mucho tiempo me prefirió a mí, y por las que cambié de ciudad, ni en las notas de los exámenes de septiembre que estaban a punto de salir. No. Sólo pensé que en semanas, como mucho un mes, él estaría aquí, y en el libro que le escribiría viéndole dormir, y en los desayunos, en el café que se quemaría, en todas esas películas que pondría mientras yo le eclipsaba la pantalla y en los paseos para justificar con fotos que se pudieran subir a algún sitio, su visita. Pero no. Ya me queda poco en esta cama. Y ya no pienso en nadie.' Felina_ana

La primera vez que me metía en esta cama pensé que sería la última noche que dormiría sola y que pasaría frío, que combatiríamos el frío de Burgos sin mantas; que me ibas a esperar a la puerta cuando saliera de clase, y que las 7 de la mañana no fueran las 7 si me despertaba contigo; que los profesores me importarían lo mismo que lo que pasara fuera de nuestra cama, que no tendríamos tiempo de saludar a nadie, ni tan si quiera de salir a la calle porque nos quedan muchas deudas pendientes en la cama; que las zorras que me odian, lo hagan más solo con cruzarse con uno de nuestros besos. Sí. Que tendríamos la oportunidad, la segunda, tercera, o cuarta, ya ni sé por donde vamos, de intentarlo de nuevo; de ponerle ganas y comérnoslas cada noche y en cada desayuno. Que entrar a la cocina sería declararnos la guerra, el sofá nuestra tregua y la cama la victoria; empezaríamos mil y una películas, como hasta ahora hemos hecho, para terminarlas nosotros; y sacarnos millones de fotos solo para que, cuando decidas abandonar como un cobarde, al menos yo, recuerde que en algún momento hemos sido felices. Que en algún momento, he sido feliz. Pero ahora solo quiero irme de aquí y no recordar que alguna vez me dormí esperando despertarme con un mordisco de 'buenos días'.